Homo Urbanus
Para mí la ciudad es, al mismo tiempo, una jungla y una jaula. Un espacio que oscila entre lo anárquico y lo opresivo, en el que conviven lo improvisado y lo intencional, lo impredecible y lo inevitable. Transitar ciudad es, ante todo, reencontrarse en el extravío al que dan lugar todos esos cruces y posibilidades.
Concibo el espacio urbano como aquel en el que logramos hacer del caos costumbre, es decir, simulación de orden. Como una lucha entre arbitrariedades y afectos, luces y trazas, rutinas e improvisaciones, que termina derivando en una forma de organización: hacer habitable el laberinto.
Con este proyecto trato de rescatar esa perplejidad. No me interesa la celebración de lo trascendental ni tampoco la búsqueda de lo fantástico. Me interesa el instante íntimo, aunque sea colectivo, más que el acontecimiento social. No la ciudad como un lugar en el que ocurren cosas, pues, sino aquello que nos ocurre a nosotros cuando tratamos de habérnoslas con la ciudad.
Inacabada, precaria, apremiante, la ciudad que me interesa es la que entraña la experiencia de un espacio que forja una identidad. Un ojo en busca de orden y salidas, una mente que navega en un mar de significados, una conciencia que trata de encontrar sentido entre las asociaciones y dislocaciones del espacio en el que se constituye.
La ciudad que siempre es muchas ciudades. La misma ciudad para todos, aunque no sea igual para ninguno. Porque transitar la ciudad implica formar parte de una serie de relaciones: la disposición de masas y vacíos, la distribución de lugares y no-lugares (en los lugares se está, por los no-lugares se pasa), la velocidad a la que corren los distintos tiempos que se aglutinan en ella, las estructuras que recortan el horizonte, todo ello determina la forma de ese cosmos metropolitano frente al cual, cada quien a su manera, seguimos siendo a un tiempo soberanos e insignificantes.
Todo ello genera una constelación de atmósferas y paisajes que define, en buena medida, ese vasto y delirante universo que llamamos ciudad. Y a través de sus ritmos, colores, espacios, vacíos, luces, texturas y perspectivas, define también una experiencia: la del Homo Urbanus.